Sé que en estos 25 años he logrado ser más que alguien que camina un poco chueco, burlón y con pésima memoria, sé que no me define el apellido ni mi frente enojona, y aún menos los cuentos que escribo.
Soy los errores que aprendo, los amigos que he tenido que dejar ir y los pocos que quedan como arena entre las manos.
Hace falta recolectar más risas de los niños que merodean la privada, más sonrisas entre gente desconocida, suspensos entre personas cercanas y buenos deseos de los pocos que andan en el aire.
Ser como soy me hace diferente y me pone más contento que los demás a la hora de ver el espejo.
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