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...de la destrucción de expresiones

Últimamente he observado la facilidad de palabra que tiene la mayoría de la gente; es curioso ver que esta facilidad de palabra conduce irremediablemente al olvido de las mismas. Lo mejor de esto es que no es irreversible; si no fuera así, el circulo no se cerraría y sería catastrófico.

Me atrevo a decir que en la niñez más prematura uno tiene claro el más basto sentido de las palabras. Este estado semiinconsciente dura hasta el final de la adolescencia.

A partir de ahí entramos en el proceso del que hablaba, y deduzco por plena actitud de retención cronológica que se recupera más tarde para, creo, morir con ella.

Es un gran alivio saber que uno puede morir completamente paranoico, disminuido y totalmente desgraciado por la lija de los años, pero con el concepto muy claro de las palabras, en especial algunas de ellas.

Sí, porque ¿Cuántas veces has manchado las palabras “te quiero”, “te lo juro”, “amistad”, “lo hago de corazón”, “no te olvidaré”, “pide lo que necesites”….? Miles, pero ¿Cuántas veces he soportado un “te quiero” que significaba un “¡ña!”, un “lo siento” que en realidad era un “¡tomala!”?.

Para decir una de estas palabras hay que tomarse un tiempo previo de reflexión, porque si no vamos a destruirlas, pero no gramaticalmente, sino, lo que es muchísimo peor, las vamos a destruir en su significado. Ya no va a decir nada un “te quiero”, no será suficiente un “te esperaré” para recordar, no podremos decir “amigo” y que nos den amor.

Ya nunca podrás oír “no te olvidaré” y pensar que no te olvidarán, o peor aún, no estarás seguro si te dicen "te amo" o simplemente creen que se escucha bonito.