Lo perdí casi todo. Instintivamente mi cabeza comenzó a idear la salida y para mi fortuna salí avante de tal derroche de vacío.
Solamente la ilusión me mantuvo vivo y listo para los siguientes embates y el siguiente tropiezo.
Sé que en cada error hay una lección para aprender, para evitar la estancia eterna en un tormentoso infierno. Y la pregunta es ¿lo olvidé o no lo aprendí?
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